La Plaza de Armas de Tacna es un lugar donde la mayoría de personas que recién vienen a esta ciudad coinciden. Así pasó que un día estaba yo sentadita en la plaza comiendo un heladito D'Onofrio cuando de pronto vi a un macho de 1.80, recontra musculoso, totalmente pelado (al estilo militar), caminando solito y desconcertado por la plaza de armas. Al toque deduje que era la primera vez que estaba en esta ciudad. Entonces decidí acercarme a él y decirle cualquier huevada para entrarle. Le empecé a hablar de la pileta ornamental y los demás atractivos turísticos que estaban a la vista en la plaza. Al poco tiempo me contó que él era del Cusco, exactamente de un pueblo de la provincia de la Convención llamado Ivochote y que estaba aquí por que quería viajar a Chile a trabajar. Entonces le dije que podíamos tomar unas cervecitas heladas para no conversar a secas. Después de una larga conversación en la cual le confesé que yo estuve viviendo en el Cusco un buen tiempo de mi vida y que me encanta su gente (por no decir sus hombres); empecé a descubrirme como gay y él se dio cuenta, me dijo que tenía 18 años recién cumplidos pero físicamente parecía de más edad. Finalmente nos fuimos a un hotel e hicimos el amor salvajemente, ese hombre moreno de 1.80 me penetraba con tanta fuerza que me sentí en una cárcel. Él me tenía en posición de piernas al hombro y me dominaba totalmente, y con cada empuje pélvico me iba acercando a la pared.
Después de eso no lo volví a ver por mucho tiempo, hasta que varios meses después me lo encontré nuevamente en la "Plaza de Armas de Tacna"; pero esta vez él estaba vistiendo el uniforme de nuestro orgulloso ejército del Perú. Sus patas del cuartel le habían puesto como "chapa", "El último Inca"; debido a que era del Cusco y supuestamente los Incas eran gigantes de casi 2 metros. Además tenía la piel bien trigueña tirando para morena, rasgos inconfundiblemente andinos, fuerza descomunal por su físico excelente, y unos labios gruesos que me daban ganas de volver a besar.
Lo malo fue que nuestro Inca, se engordó en el cuartel. Me dijo que era culpa de los porotos que comía todos los días. Pero dentro de todo todavía seguía apetecible. Hubo un tiempo en el que todos los fines de semana salíamos a tomar unos piscos y terminábamos en la cama, pero hubo otros momentos en los cuales la arrechura nos ganaba y terminábamos haciéndolo en los parques, baños de discotecas o en cualquier parte.
Así se pasaron los días, y luego de 2 años salió del cuartel y encontró trabajo en un restaurante donde hacía trabajos de limpieza, seguridad y mantenimiento. Mi último Inca había regresado al gimnasio y su cuerpo era de película, con unos pectorales mejores que los de cualquier actor porno, una verga perfecta de unos 15 centímetros de circunferencia, nalgas duras y redondas, piel morena y una sonrisa que me hacía sonreír. El Inca dormía en el restaurante haciendo las veces de "guachimán" y yo lo visitaba en las noches para tener sexo; empezamos haciéndolo en su cama pero poco a poco empezamos a hacerlo en la cocina, en las mesas, en los columpios y hasta en la piscina del restaurante.
La piscina se convirtió en mi lugar preferido para el sexo, pero hubo una mañana en la que el Ministerio de Salud realizaba inspecciones a las piscinas de Tacna y "nuestra piscina" fue clausurada por contener coliformes fecales.
Nuestro "último Inca" fue despedido y con el dinero que tenía cumplió su deseo inicial de cuando vino a Tacna: Trabajar en Chile.
Por sus fotos en "metroflog" supe que estaba en Antofagasta trabajando, tiene una esposa chilena, una hija y acaba de comprar una camioneta.
Personalmente no lo veo desde Marzo del 2005.
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